Historia
miércoles, julio 21, 2004
Alguien, una mujer, está escribiendo sus primeros posts, sus primeras líneas en un blog. Un día, navegando, descubre el blog de alguien, le gusta, lo lee, lo revisa todo, lo admira, comenta con otro nombre, no deja huellas. Más allá de un hábito, cada vez que encuentra un computador lo lee, cada día le gusta más. Es una obsesión. Deja de escribir, solo lee ese blog. No sabe qué es, lo necesita, lo extraña, casi siente amor. Un día se sorprende y decepciona: lee que él conoció a alguien, que está interesado en alguien, que es lejana, difícil, inalcanzable. Siente rabia, siente pena, deja de comentar. La desilusión la embarga. Deja de leerlo. Deja la obsesión. Lo borra de sus links. Lo borra de su vida. Vuelve a salir, vuelve a tener tiempo para sus amigas, para decirle sí a ese que la llama tanto. No está mal, piensa. Salen, se conocen, le gusta, se enamora, se aman. Meses después, en un impulso, casi sin pensar, se conecta y abre el blog, ese blog. Sólo lee amor, sólo ve amor y reconoce su risa en esa foto de ambos en la playa.
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