Mi primer post fue el 21 de abril de 2003. Y, contra todo pronóstico, aquí estoy, 1.096 días después, 600 posts, miles de palabras, la mayoría inútiles, pero sé que algunas de ellas llegaron a buen puerto, alguna vez. He amado este blog, me he enojado con él, me ha consolado. A veces entendió todo más que yo mismo.
Hay tantas otras cosas en el mundo; un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar. La vida es corta, decía Borges. Y por cosas como esta es que me gusta tanto leer, y me gusta escribir, porque descubres que la vida es como es, linda y plena, con uno que otro momento triste, y tú, buscando respuestas, tal vez recuerdes algo que leíste aquí alguna vez, y lo vuelves a leer, porque entiendes lo que latió en otro corazón, que trató de escribirlo y que te llega a ti en el momento preciso. Como mensajes en una botella. Este blog no tiene tiempo, casi nunca hablo de contingencias, no hago encuestas, a veces es un día a día de mis cosas cotidianas, hablo de amor, vida, belleza, no hablo mal de nadie, no tengo tiempo para mala onda. Han sido emociones honestas, siempre. No tengo verguenza de pensar, menos de sentir.
Tal vez alguien, algún día, cuando el tiempo haya pasado, encontrará estas páginas olvidadas llenas de historias revueltas en el tiempo, lo de antes, lo de ahora, lo de mañana, y se mezclen los nombres, las fechas, los olvidos y recuerdos.
Una vez dije que me gusta saber que hay alguien al otro lado que lee, que a veces entiende o no, que le gusta, que se ríe, que le carga, que comenta, que pasa callado, que puede emocionarse o negarse a lo que lee. Y esa sensación es una de las razones grandes. Saber que están ahí. Si sintieron algo, alguna vez, estoy feliz.
Y aquí voy a estar.
El mundo sigue ahí cumple sus primeros tres años.
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