Pasta
viernes, febrero 22, 2013
Hace rato que la miraba, se veía bien, el supermercado no estaba tan lleno, y aparecía de repente entre los helados, las frutillas y el pan. En una curva nos encontramos. Cada uno detrás de su carrito. Miró el contenido del mío, en un segundo se fijó en todo, y me dijo,
¿Sabes donde están las Pastas para Uno?
En mi casa, le dije, rápido y clavándole los ojos.
Se demoró un siglo en contestar.
Tal vez para otra vez, me dijo.
Así que aquí estoy, con mi Pasta para Uno, y ella, seguramente, con la suya.
La mía está más rica.
Creo.
La copa de vino acompaña bien.
Y me río, todo el rato.