Es extraño esto de terminar relaciones de pareja. Nunca voy a aprender a hacerlo bien.
Y claro, pasa todo el tiempo. Y les pasa a muchos.
¿Es normal todo esto? Pues a lo mejor sí, a lo mejor es lo que suele pasar y la gente se lo toma más de lo más bien, o bueno, más o menos bien. ¿Por qué yo no? ¿Por qué necesito que me quieran antes, durante y después? ¿Me falta cariño? No. Tengo. Supongo. Pero también soy carente, quiero más y más y más y acumularlo, quiero el tuyo y el tuyo y el tuyo, y a lo mejor eso no puede ser.
A lo mejor hubiera estado bien buscar sólo el tuyo, y trabajarlo y no perderte. Puede que sí, aunque también quiero creer que las cosas se dan. O no se dan. Quizás sea yo el equivocado.
Todo siempre es tan divertido al principio, atenciones, miradas, misterios. Las historias son nuevas, y se escuchan todas. Cada cosa es distinta, sorprendente, todo es novedad. Se celebran logros, se hacen planes. El tiempo, eso que para los griegos era cíclico, y para otros es lineal, se hace cargo a veces del fin. Las cosas se hacen cotidianas, lo nuevo y atractivo ya no es tanto, el lado bueno era bueno pero... tenía sus peros, y ese que admirabas tenía sus cosas, y claro, no debe, no debería, disculparse por ser como es. Ni ella tampoco. Eso sí, el cariño está siempre ahí, aunque después es como el papel mural, es parte del paisaje, chispas que se apagan, besos que se guardan, ni los saludos en la puerta son los mismos, no lo buscas, no lo intentas, llega lo inevitable.
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