Victor Ruiz Caballero/Reuters
Y definitivamente tiene quien celebre su muerte.
Patricio Valenzuela/Reuters
¿Es que son estas las únicas opciones?
Estos dos días casi me han convencido que ni esta generación, ni la próxima, podrán vivir reconciliados en torno a la figura del General. Qué ganas de sentir al gobierno de Pinochet y a su propia figura como percibimos a figuras lejanas como Blanco Encalada, o Freire, Prieto, Bulnes, o Balmaceda. Tener nociones que sólo nos entrega la historia, ya digerida, ya maquillada, ya anestesiada. Sin dolores, sin recriminaciones, sin empates morales.
Yo no celebro la muerte, ni de este ni de otro. No bailo en tumbas. Al revés, me habría gustado que hubiera vivido lo suficiente para, al menos, haberse defendido bien en un tribunal, sin alegar demencia, insanidad o ataques de olvido.
Desde ayer he recordado muchas cosas que viví durante los años de Pinochet, que comenzaron con el golpe del 11 hasta su muerte, el 10 del 12.
Y aquí están, en desorden, tratando de buscar en la memoria frágil, donde todo se revuelve, pero que me deja recordar claramente los libros quemados, el miedo en la calle, las conversas en voz baja, la desconfianza en quien nos escuchaba y no conocíamos bien, las noticias de alguien que se había asilado en alguna embajada o simplemente perdido, desaparecido. Tengo casos más que cercanos, tristes y dolorosos, que se arrastran hasta hoy. Profesores del colegio, de la Universidad, amigos. Pero también tenía amigos contentos, familias enteras que celebraron la muerte de Allende, los bandos, los relegados, los exiliados. El "algo habrá hecho" era una respuesta muy concurrente para justificar el sin sentido.
Hechos: Pinochet comenzó con el cargo de Presidente de la Junta Militar de Gobierno (1973-1981), al que se sumó el título de Jefe Supremo de la Nación el 27 de junio de 1974, que le confería el poder ejecutivo, cargo que se reemplazó por decreto el 16 de diciembre del mismo año al ser nombrado Presidente de la República por los demás integrantes de la Junta de Gobierno. Además conservó el de Comandante en jefe del Ejército desde 1973 hasta el 10 de marzo de 1998.
En medio de esos 17 años, 14 con toque de queda, tengo una larga lista de términos cotidianos como DINA, CNI, detención, tortura, muerte, desaparición, exilio. La Caravana, el General Prats, asesinado en 1974, el Canciller Letelier, en 1976, Tucapel, Parada, Guerrero, Nattino y tantos otros anónimos, padres, hijos y hermanos de alguien. Operaciones Cóndor, Albania, los helicópteros, hechos mezclados con otros términos más "técnicos" como Chicago Boys, Friedman, aumento del IVA, reducción del gasto fiscal, despido del 30% de la administración pública, privatizaciones irrisorias a puertas cerradas, el PGB un 12% abajo, desempleo "estable" en un 20%, el PEM, el POJ, exportaciones con un 40% menos y el dólar, fijo en $ 39 por varios años, hasta el 82, en que se fue al doble una semana después de liberarlo, arrastrando empresas y varios bancos a la quiebra. Buchi se hizo cargo, tratando de salvar la imagen de los desprestigiados Chicago Boys, y logra algo de recuperación rebajando el gasto social y las jubilaciones, controlando las tasas de interés por decreto y no por el mercado, y terminando de privatizar lo que quedaba estatal: CAP, LAN Chile, Enersis, Endesa, Entel, CTC, IANSA, Laboratorios Chile, etc. ¿Les suena alguna? ¿O saben quién compró?
En los 80 el Plan Laboral, la nueva previsión, las AFP, las Isapres, comienzan las protestas, de nuevo los soldados a la calle, y más muertos, heridos y violencia. El años 86 el atentado, el 88 el plebiscito, con ese lejano 5 de octubre en que la mayoría de chilenos votó en contra de un candidato único: Pinochet, que pretendía quedarse 8 años más en el poder. Inolvidable, la franja, todas las noches millones de chilenos se sorprendían al constatar que otro Chile era posible. El 89 es elegido Aylwin, pero claro, el general no se fue. Se quedó de Comandante en Jefe hasta marzo del 98, (factor amarrado en el Plebiscito, ante la hipotética posibilidad que perdiera). En esa fecha, 8 años después, pasó a retiro, pero tampoco se fue: Al día siguiente se dedicó a ser Senador Vitalicio! (Que además le servía como inmunidad).
Luego, la historia es más cercana, el informe Rettig, Punta Peuco, la prisión de Contreras y Espinoza, los Pinocheques, los acuartelamientos y ejercicios de enlace, el viaje a Londres, la detención el 16 de octubre del 98, la Clínica, el Juez Garzón, el ministro del Interior británico Jack Straw liberando a Pinochet por razones humanitarias, la vuelta a Chile 503 días después, la silla de ruedas, la caminata del resucitado en Pudahuel. Luego en Chile, las querellas por casos de derechos humanos, el Juez Guzmán, la demencia, Daniel López, los dólares en el Riggs, los problemas de salud, el cumpleaños, la muerte.
Así que, como ven, Pinochet logró quedarse varios años más que los famosos 17.
Me habría gustado que la Justicia se hubiera demorado menos. Que lo de la London Clinic, cuando Insulza logró traerlo de vuelta, hubiera pasado 10 años antes. Me habría gustado que no se hubiera declarado demente, para responder ante los tribunales. Ahora escucho que todos sus casos, pendientes ante la Justicia, quedarán sobreseídos, al menos en lo que respecta a su persona, a causa de su muerte. Tantos que esperaron condenas, o al menos arrepentimiento, quedarán con esa dolorosa herida abierta.
Porque el General murió en su cama, rodeado por sus hijos, sus nietos, su señora, y atendido por los mejores médicos. Bastante mejor que varios que no tuvieron la misma suerte.
Jorge Sánchez/Associated Press
Y los que quedamos, los que vivimos todo esto, somos los testigos de un período difícil, somos un par de generaciones marcadas por la figura del General y todo su entorno.
Hijos del Estado del Sitio se dijo por ahí.
Pero sobrevivientes, lo que no es poco.
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