Aprender
lunes, octubre 27, 2003
En la vida se aprende. Y en un esquema de comportamiento sano todo se puede corregir si te equivocas. Siempre hay alguien cerca que puede saber más y mejor de determinadas cosas. Puedes actuar según tu instinto y también según las reglas. Y si te equivocas, se puede pedir también disculpas sinceras, si es sincero tu arrepentimiento y tratas de arreglar el error, en este especial proceso de adaptación y domesticación con el que te integras al mundo.
Cuando esto no es sano vives pensando que te equivocas, y sientes esta especie de culpa que nada puede remediar lo que hiciste, y te sientes mal pagando un precio por haberte equivocado y sintiéndote culpable por echar a perder las cosas. Tal vez no valoren tus esfuerzos o más sencillamente no los ven, tal vez porque son pocos y los defectos muchos. Los refuerzos siempre son un buen reconocimiento y se reciben bien. Cuando hay.
Y la vida normalmente no se detiene a preguntarte lo que quieres, más bien la vida sigue y si tú no decides... va a decidir por ti.
Tú decides lo que eliges, si relaciones sanas o destructivas.
Tú eliges si te amas a ti mismo o permites que te pisen.
Porque sientes que lo que te reprochan es accesorio, no tiene que ver con tu integridad, tu capacidad de entrega, tu altura, tu compromiso. No importa cómo la tratas, cómo la cuidas, la respetas y valoras, cómo estás pendiente de ella, tratando de hacerle cada día el mejor. Cómo la quieres. Cuánto la amas. Y te gustaría mucho que sí se diera cuenta de lo que realmente importa. De eso esencial que es invisible a los ojos, bastante más adentro de cualquier superficialidad y definitivamente más importante.
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