Convivir
lunes, diciembre 06, 2004
Hoy hablábamos de compartir techo, sábanas, pasta de dientes y la gata. Además de muebles, discos, platos y un sinfín de cosas que hay, sobretodo en su casa, y en la mía.
¿Qué se hace con dos microondas, dos refrigeradores, dos camas, dos mesas, dos de casi todo?
Esto de pasar de ser puertas afuera a una relación con convivencia nos deja con ganas de hablar. Me acordé de la receta Maira-Serrano. Me acordé de cuando me vengo de su casa a la mía y me quedo con ganas de despertar con ella. Me acordé que su casa es más caótica, y la mía más ordenada. Me acordé que va a costar compatibilizar tiempos, horarios, costumbres. Me acordé de La guerra de los Roses. Me acordé de Gibran. Me acordé también como siempre nos buscamos, como siempre nos queremos. Me acordé que además somos buenos amigos. Me acordé de muchas cosas. De las veces que he soñado esto mismo. De sus sueños. Y es justamente la posibilidad de realizar un sueño, lo que hace la vida posible...
Si nos sobran muebles y cosas... habrá una venta de garage.
Es que la pregunta del millón es otra: ¿Qué se hace con dos corazones que quieren ser uno?
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