Ser fieles a sí mismos
miércoles, agosto 17, 2005
Leía por ahí "El amor explicado a nuestros hijos", de dos frenchies: Nicole Bacharán y Dominique Simonet, donde recomiendan a los que hoy son niños "no seguir nunca junto a alguien que te haga sufrir o que te traicione. Nada de buscar excusas para esas torturas y continuar adelante con la unión. La clave debe ser ésta: ser fieles a sí mismos".
No sé ustedes, pero yo lo encuentro brillante.
Es decir, fieles a sí mismos antes que a nadie, no ceder a la dictadura de la relación ni tampoco a la invasión del carácter. Vivir juntos sí, puede ser, porque a la mayoría de los amantes les parece mejor compartir un mismo techo que adoptar el modelo gringo del living apart together, tan de Sex and the city, con un departamento para cada uno. En suma, está bien compartir un hogar, pero no permitir que se trasforme en una cámara de combustión para los habitantes.
Cada uno con lo mejor de sí mismo. Suena bien.
Y a mí me gusta pensar que son dos mundos, y un mundo especial y único de los dos. Y también suena bien. Ese mundo armado y entendido sólo por los dos. Me gusta creer en ese mundo donde dos relucen más enteros y frescos, con una brisa de espacio entre sus almas.
Nosotros somos pololos puertas afuera. Cada uno tiene su espacio, su mundo, sus horarios. Es difícil seguirme, en mi vida anterior fui vampiro. Mis horarios son insufribles. Pero también me gusta la cosa un poco pegote. Se siente bien.
Y después me gusta volver a mi espacio, y leer, conectarme, hacerme unos sandwiches imposibles, sacando pendientes con la tele prendida, la música fuerte, el diario, un par de revistas, otro par de libros, uno que otro blog imprescindible y la Michi, arriba de mi cabeza. A ella sí que le aguanto todo.
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