Una semana para Navidad
domingo, diciembre 18, 2005
Cuando era más chico contábamos los días para la Nochebuena. Y tengo buenos recuerdos navideños. Mis tres hermanos y yo la pasamos bien. Familia reunida, regalos, comer rico. ¿Qué más quiere uno cuando es pequeño?
Mis hijos tuvieron un calendario con cuenta regresiva, y todos los días, uno a cada uno, corrían un conejito y lo ponían en un saquito que tenía los días. Cuando llegaba el 24 el día comenzaba temprano. Temprano es temprano. Ro y Fe discutían sobre los méritos de haberse portado tan bien todo el año, y con Cecilia nos arreglábamos para hacer los últimos paquetes a escondidas.
Todas las Navidades son en casa de los abuelos, los padres de Cecilia. Un árbol precioso, lleno de cositas, crece cada año. Y al otro día a recorrer Santiago, a ver a los primos, y a sus tíos chicos en la casa de mi papá, que tiene sus propios hijos, más chicos que los míos.
Hace dos años, publiqué aquí mismo un mensaje: "Las autoridades de Salud advierten que la Navidad puede provocar efectos perjudiciales para la salud. El stress consumista y la ingesta desmedida de galletitas, pavo, papas mayo, cola de mono y champagne pueden provocar obesidad, accidentes y embarazos no deseados". Así que a cuidarse.
Y ya casi termina el 2005. Ya llega la Navidad. Desde acá, qué les puedo decir. No quiero un discurso anticonsumo, tampoco lo que pueden enontrar en otros lados. Creo que vale si les dejo el deseo de tener una Navidad con sentido. Sólo eso. Con sentido para todos, los de aquí, y los de allá. Negros, blancos, rojos y azules.
Y un abrazo, claro, navideño. El otro, falta un poco todavía.
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