Cita a ciegas

Siempre hay una primera vez. Aunque yo llevo varias. Y ha habido de todo.

Hoy, las nuevas tecnologías han permitido una nueva clase de cita a ciegas. Los blogs, los photoblogs, Google, nos pueden dar buenas luces sobre quién va a aparecer de repente con una gran sonrisa, o cara de susto, a mirarte y tratar de encajar lo que traía armado en la cabeza con la realidad que tiene al frente. Es como una cita tuerta.

Algunas son tal cual quieres, o te imaginaste, y te encuentras con alguien agradable, de esas personas que parece que las conoces de antes y todo fluye y puedes hablar y reír y te quedas con ganas para un segundo encuentro. El resto de la historia, el plug and play, depende de dos.

Otras son como choques con pérdida total.

Es que el espacio virtual da para todo. Tiene ventajas para los tímidos, para los de buen verso. Pero también forja personalidades y máscaras bastante alejadas de la realidad.

Un día descubres a alguien, o alguien te descubre a ti, y vas de a poco, la lees, algo hay que te gusta, que te atrae, que te hace leer un poco más, puede haber un par de mensajes de e-mail, un contacto más personal, más diario, luego un número de celular, y ya: Juntémonos.

Y llega el cara a cara. Y he sabido cada cosa de esto, que da para un blog completo. Gente que llega media disfrazada para poder tener un necesario preview, otros que nunca llegaron, otros que salieron corriendo, algunos que aguantaron la tortura lo que más pudieron, otros, se odiaron, se enamoraron, se emparejaron -o en otro orden- y otros que disfrutaron la salida, la buena conversa, y ya.

Acabo de tener una el viernes. Con cumpleaños y un par de Cosmopolitans.
Tengo otra pendiente, con té.

Como sea, la aventura de conocer a alguien, es entretenida y emocionante. Lleven una buena dosis de disposición, buen humor y nada más. Sean ustedes mismos. Diviértanse. Y de todas maneras, cuídense, usen lo que más puedan el menos común de los sentidos y traten de disfrutar el momento.

(Y cuenten algo después)