Mira por la ventana
viernes, febrero 24, 2006
4 de la mañana
Y todavía hay música, y pa rato, y pega, también. Y ganas, también.
Cuatro y algo de la mañana. La mayoría duerme. Todo bien.
Prefiero estar vivo. Y sentir. Alegrarme por despertar más rato. Por mirar. Por fijarme en lo que nadie se fija. Y por decirlo. Por nombrar las cosas que me gustan, sentir que ninguna es tan obvia ni tan básica, y decírselas de a una. Por escribir mensajes insoportablemente largos. Por hablar mil minutos por celular y después enchufarlo y hablar otros quinientos. Y escucharla en silencio, sobretodo cuando habla de adentro. Y reírme. Y ponerme serio.
Arrebatado, me dicen. ¿Y cuál es el problema? ¿Porque se me ocurren cada dos minutos cosas locas? Feliz. Ojalá fuera ella diez mil veces más arrebatada. Y es. Pero no sabe. Todavía no sabe.
Tanto para dar, y a veces se enreda todo. Y aparecen los verbos, esperar, resolver, pensar, decidir. Cresta, me cargan los verbos. Por lo menos esos.
Y cuando el tren te pasó por arriba, quitándote ganas, ansias y sentires, lo único que ayuda es nanai,
aquí están mis brazos, tómalos, quédate entre ellos.
quédate con ellos.
Te los doy, ya tienes mucho más que eso.
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