Don Pablo en el Laberinto

lunes, agosto 28, 2006

El 12 de julio don Pablo estuvo de cumpleaños. Así que busqué un pequeño homenaje que le había escrito aquí mismo para la columna del Laberinto, el suplemento cultural del diario Milenio de México. Por una u otra cosa las fechas se movieron un poco. En todo caso, ayer domingo salió publicada la columna. Y Clarice, mi ángel mexicano, me envió hace poco rato un escaneo de la columna.

Image (Para ver la columna, click en la imagen.)


Para todos los cuentos, todos, Cortázar.
Entre los laberintos, los espejos y las clepsidras, Borges.
Y a este lado de la cordillera, y más en el corazón, don Pablo.

A veces me gustaría tener la sensación de leerlo todo, de nuevo, como por vez primera.

No saber el verso que viene, no conocer las palabras de la próxima línea.

Cómo volver a sentir como en la primera vez los Poemas de Amor, todos, no sólo los Veinte ni los otros Cien, sino también los crepúsculos de Maruri, todas las palabras de Residencia en la Tierra, las penas y alegrías de tanta línea escrita en tanto verso. Me gustaría no haber leído tanto el Confieso que he vivido, para leerlo de nuevo, otra vez. Lo he regalado, no sé, diez veces. Las aventuras de Kiria, su mangosta, su historia con Jossie Bliss, la celosa nativa de El Tango del Viudo. Su Walking Around, su Barcarola, esos ojos en el corazón para ver y sentir la naturaleza animal y el orden de las cosas, sus obsesiones infinitas. Farewell. uf, Farewell.

Un par de veces le escribí algo en la reja de madera de su casa en Isla Negra. Era joven, estudiaba Filosofía y estaba enamorado. Qué querían que hiciera. Y ella se asombraba que supiera tanto -y de memoria- de Don Pablo.

"El océano pacífico se salía del mapa. No había donde ponerlo.
Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte.
Por eso lo dejaron frente a mi ventana"


Tal vez el mejor homenaje sea leerlo. Y regalarlo, recomendarlo, contar las veces que te enamoraste entre sus versos.

Poema Catorce
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.


Don Pablo dijo eso. Y hacía con ella lo que la primavera hace con los cerezos. A mí también me gustaría hacer lo mismo. Llenarte de color, de gracia, de flores, de sabores, sentir que la vida ilumina todo, haciendo vibrar al universo en esa nota, la perfecta nota que todos buscamos.

Hace pocos días estuvo de cumpleaños. Felicidades don Pablo.

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Créditos

Agradecimientos a mi MacBook, a los Marlboro que fumo, pero menos, la Coca-Cola, el cable, el control remoto, Google, Blogger, Twitter, los libros, la radio, ella, mis hijos, mi ex-psicóloga y muchos otros anónimos colaboradores que han contribuido y soportado mi comunicación precoz. Gracias por estar.

Más créditos

Foto del blogger: Bárbara Gallardo
Foto de Santiago by night: Mía.

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