Sin apuro
lunes, marzo 05, 2007
Siempre me la ha ganado la impaciencia, el impulso, el sentido de urgencia.
Ella me calma, me dice tranquilo, no hay apuro.
Y hoy, que me cambio de lugar de trabajo, que ampliaré las cosas que hago, que estaré gran parte del día aprendiendo tantas cosas nuevas, por primera vez encuentro sentido a lo que nunca le vi. Y me gusta lo que escucho, tranquilo, no hay apuro. Y me calmo. Hasta me desconozco. Tal vez es sólo deformación profesional, porque la publicidad, el marketing, los eventos y todo este mundo de las comunicaciones es así, siempre urgente, ya, ahora. Y aunque trabajo bien, y cómodo, bajo presión, deberé soltar el acelerador, bajar las revoluciones, y disfrutar un poco más del paisaje.
Y claro, Kavafis llega solo:
Si vas a emprender el viaje hacia Itaca,
pide que tu camino sea largo,
y rico en experiencias y aventuras.*
Un camino que me permita volver a disfrutar de lo simple. De caminar, de disfrutar el encuentro de lugares y rincones, de mirar puestas de sol, de asombrarme con el eclipse de Luna del sábado, (que no se repetirá hasta el 2029), de hablar de todo y nada, de compartir, de alegrarme por los logros de otros, de llamar a un amigo porque sí, como antes, y leer harto, mirar harto, querer harto.
Pide que tu camino sea largo
que numerosas sean las mañanas
de verano en que arribes a bahías
nunca vistas, con ánimo gozoso.*
Algo me está esperando. Así que inicio el viaje. Allá voy. Ni siquiera haré maletas. Boté muchas cosas, muchas, carpetas, papeles, presupuestos, apuntes inútiles e incomprensibles, esta vez quiero viajar más liviano. Y tengo que aprender a amar más el viaje que el destino.
*Kavafis (1863 - 1933)
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