¡ɐzǝqɐɔ ǝp ʎoʇsǝ
viernes, julio 06, 2007
Ha estado difícil el último tiempo. Se acumulan proyectos, presentaciones, trabajos pendientes. Algunas cosas resultan y otras se desarman a mitad de camino. Como tantas cosas.
Vengo llegando del cumpleaños de Elizabeth, enfermeras y bloggers, interesante combinación, en un bar lleno de gente viendo un partido de Chile con Congo, mucha bulla en un ambiente de catarsis colectivo. Hablo harto, como siempre, pero también me voy lejos.
Mañana presentamos un evento muy grande para fin de mes, que de resultar todo bien, me tendrá de cabeza. Estoy de cumpleaños en unos pocos días más, el 10, y me voy a Guatemala el 18. Y aunque quisiera un viaje largo y variado, de muchos días, vuelvo casi justo para el evento. Será para la otra.
Otro café. Suspiro largo, Ludovico toca para mí. Miro por la ventana, la casa donde vivía el Presidente, mi vecino ilustre de los últimos años, comienza a desarmarse.
Cosas que se arman, se desarman, se rearman. Personas que se aman, se desaman, se reaman. Al final, la historia es cíclica. La sensación de déjà vu es permanente, como si ya hubiera visto la película.
Y sólo quiero la parte de subirme al avión.
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