Cuéntame

Es tarde, y da lo mismo. Quién puede cerrar un ojo cuando no hay respuestas.
Y es tarde hasta para eso.


Cuéntame un día qué te pasó. Cuéntame por qué no te atreviste. Por qué no te dió, por qué lloraste, por qué dijiste quiero verte, cuéntame, por qué me das y me quitas, por qué me diste y me quitaste, por qué dijiste me voy, por qué viniste.

Por qué viniste.


Hace unos cuatro años, mi psicóloga me contaba que, respecto a las relaciones de pareja, la mitad del mundo es de los que deja y la otra mitad es dejada, me explicaba que ninguna es mejor que la otra, sólo son distintas, y me preguntaba si en la historia de mis relaciones yo había dejado o yo era el dejado. Sin dudarlo ni un segundo le dije, por supuesto que estoy en la segunda mitad. Mi historia es así. Tal cual.

Alguien me decía que la gente no te abandona así de repente, que eso no pasa y no va a pasar. Pero a mí me ha pasado muchas veces.

Es extraño esto de los inesperados abandonos repentinos. ¿Es normal todo esto? Pues a lo mejor sí, a lo mejor es lo que suele pasar y la gente se lo toma más o menos bien. ¿Por qué yo no? ¿Por qué necesito que me quieran antes, durante y después? ¿Por qué me la gana el carente y quiero este cariño, y acumularlo, y quiero este otro, y el otro, el tuyo y el tuyo?

Lo inevitable llega, se siente como un camión que te pasa por arriba, y claro, te quedas así, mirando las estrellas del techo, con todo el aire para ti solo, y tratando de entender lo que pasó.


Igual, cuéntame un día de estos.
Just for the record.


No sé. A veces de tanto buscar me pierdo.