Crisis, vínculos y relaciones

Alguien me llama hoy y me pregunta cómo estoy. No sé, le digo, un poco en crisis. Bueno, me contesta, no es malo, crisis en griego es crecer.

Si a veces me siento lejos, o siento que ella está lejos, ¿Podrá un distanciamiento trizar cosas? ¿O las hará crecer y fortalecerse? ¿Será el vínculo suficientemente fuerte como para que sobreviva?
En las crisis (en español) siempre hay dos lados, dos que tienen que ver con lo que está pasando. Tal vez uno postergue al otro. O las prioridades cambian. O pasa la locura. Deja de haber misterios y te vuelves fome. Los incentivos para los otros no siempre resultan para uno. Pero entonces, ¿Cómo entender que la echo de menos? Que me gustan sus detalles y también sus grandes cosas. Cuando pienso que esto es importante, que significa mucho para mí, y que los afectos y los sentimientos pasan sobre casi todo el resto, me dan ganas de descomplicarme y dejar de ser tan, tan, no sé, ¿distinto? Romántico sin remedio, tan pegote y tan carente.

Las relaciones son un tema que a mí me apasiona. Siempre estoy mirando cómo actúa la gente, los amigos, las parejas. Siempre estoy pensando en lo difícil que es para algunos todos el hecho de relacionarse.
Sobrevivir a las crisis supone entonces crecer, reforzar los vínculos. Si todo tiene una buena base, con significado, proyecciones, confianza, afectos, cariño, pasiones… entonces va a estar bien. Si no… no.
Sigo pensando que estar en pareja es bueno, (porque no es malo piensan algunos), y creo que todo se enfrenta mejor al sentirte amado y sintiendo amor. Pero tampoco quiero ser el que esté siempre cuestionando o reclamando cosas desde mis carencias. Y eso tiene que ver conmigo. Pero también con ella.

Día de esos.