Backstage
sábado, abril 03, 2004
La fiesta maoma, la onda buena, la gente bien, el vino infame, la comida, como todas las masivas, la música, terrible, el bar, un chiste, el lugar, para no volver.
- Pero apareció la rucia. De rojo y negro escotado que, como todas, se ve bien. Pololeamos nueve meses, ella tenía 13 y yo 14 o 15. Los dos éramos ángeles. Y aprendíamos juntos a darnos besos. Luego la vida, el golpe, los exilios y uno que otro sacramento nos separó durante años. Volvió convertida en doctora hace dos años, y nos hemos visto, un par de veces, muy tranquilos.
Durante la fiesta el destacado animador de la velada condujo y entretuvo en buena forma y logró tener bastante controlado al monstruo.
- Luego de los premios, y cuando todos hacían el trencito, nos arrancamos.
Una pausa comercial…
- Le mostré la luna, todavía llena, y nos mostramos lo que aprendimos en estos años hasta que Tom Waits se quedó dormido. Tarde, la fui a dejar abajo a su auto, tipo cinco y tanto, y me besó en la boca. Te llamo cuando llegue. OK. Subí, prendí el Mac, y me serví un vaso gigante de coca-cola que mezclo con el resto de los dos whiskys que quedaron en el living, a esas alturas no me iba a preocupar de quién será este vaso.
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