Don Pablo, 100 años
lunes, julio 12, 2004
Entre los laberintos, los espejos y las clepsidras, Borges.
Y a este lado de la cordillera, y más en el corazón, don Pablo.
A veces me gustaría tener la sensación de leerlo todo, de nuevo, como por vez primera.
No saber el verso que viene, no conocer las palabras de la próxima línea. Cómo volver a sentir como en la primera vez los Poemas de Amor, todos, no sólo los Veinte ni los otros Cien, los crepúsculos de Maruri, todas las palabras de Residencia en la Tierra, las penas y alegrías de tanta línea escrita. Me gustaría no haber leído tanto el Confieso que he vivido, para leerlo de nuevo, otra vez. Lo he regalado, no sé, diez veces. Las historias de Kiria, su mangosta, su historia con Jossie Bliss, la celosa nativa de El Tango del Viudo. Su Walking Around, su Barcarola, esos ojos en el corazón para ver y sentir la naturaleza animal y el orden de las cosas, sus obsesiones infinitas. Farewell. Uf, Farewell.
Un par de veces le escribí algo en la reja de madera de Isla Negra. Era joven, estudiaba Filosofía y estaba enamorado. Qué querían que hiciera. Y ella se asombraba que supiera tanto -y de memoria- de Don Pablo.
"El océano pacífico se salía del mapa. No había donde ponerlo.
Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte.
Por eso lo dejaron frente a mi ventana"
Tal vez el mejor homenaje sea leerlo.
Poema CatorceDon Pablo dijo eso. Y hoy está de cumpleaños.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
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