El pozo de Eva
lunes, noviembre 22, 2004
Fin de semana largo, entre Apec, helicópteros, un poco de trabajo para ponerme al día, harto síndrome pre-todo y muchas frutillas, finalmente termino solo en un cumpleaños. Veo a mis hijos, parte de la familia y amigos. Risas y recuerdos.
Vuelvo tarde, el Mac me conecta al blog de Eva que escribe tan bien, que recién sale del colegio, que va a dar la prueba, y aunque siento que estoy a años luz de tantas de sus cosas, me engancha y me quedo leyéndola, poniéndome al día. Y me pego en una frase final de su último post.
"Refresquemos la memoria, muerta de calor, metámosla a un pozo y en una de esas hasta se ahoga, qué mejor!"
Y me deja pensando si esto sería bueno, ...meter la memoria a un pozo... bonita figura, la he sentido, a veces he deseado lo mismo. Tal vez me gustaría sentir todo como la primera vez, sin recuerdos, sin memoria. Adivinando todo. Maravillado ante lo desconocido. Con ese vértigo que marea, sólo sentidos que se buscan, sin pensar si alguna vez fué así, sin que la memoria traicione nuestros gestos.
Tengo recuerdos, aromas, sabores y colores de cada rincón, de cada alguien. Muchas palabras que he escuchado aún se dan vueltas por ahí y mis manos a veces recuerdan otras manos, otras risas, otras tristezas.
Y vuelvo al pozo con Eva. Con la memoria en el borde.
...Pero si la ahogas, donde van a quedar los recuerdos que sí quieres conservar. Esos que llegan de repente y se quedan un ratito, haciéndote cariño.
-tal vez si ponemos un filtro, y podamos ahogar sólo a los malos, los tristes y los que nos dan vergüenza-
Pero no. Yo no quiero ahogarlos, son míos.
Los perdono, los dejo vivir.
A todos.
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