Entre el Cielo y el Infierno
viernes, noviembre 19, 2004
La Divina Comedia de Dante es un poema estructurado de 100 cantos, todos ellos escritos en tercetos endecasílabos. 33 corresponden al Cielo, 33 al Purgatorio y 33 al Infierno, más uno introductorio.
Dante nos cuenta una historia alegórica con él como protagonista: la búsqueda de su amada Beatriz, que naturalmente ha ido al Cielo, como todas las chicas buenas. Dante recorre el Infierno y el Purgatorio acompañado por el poeta clásico Virgilio y durante su recorrido por el Cielo es la propia Beatriz la que le sirve de guía.
La parte del Infierno, naturalmente, es la menos cool. Son nueve círculos concéntricos en los que se acumulan todo tipo de pecadores, sometidos a los peores tormentos. En el último círculo, el propio Satanás mordisqueando a Judas, el peor pecador de todos, el más malo, según los católicos. Muy cerca de Judas, Mahoma, conceptuado como "traidor".
Luego, Dante se encamina a la montaña del Purgatorio, dividida en siete cornisas que corresponden a cada uno de los siete pecados capitales: gula, lujuria, ira,... Este Purgatorio es un tanto aburrido, aunque el tipo de penitencias a los pecadores antes de ser admitidos en el Cielo, sin llegar a la riqueza creativa del Infierno, tiene su encanto.
Luego, con Beatriz como guia turística, Dante llega al Cielo, dividido en nueve círculos brillantes al final de los cuales está el Señor. En el recorrido nos encontramos con los más grandes Santos de la Cristiandad y todo es luminoso, full of coros de ángeles. Destacaría el Tercer cielo: La Esfera de Venus, donde están las almas de los enamorados.
Es una obra extraña. A ratos divertida, a ratos terrible. Siempre que la releo me deja pensando. Donde está mi paraíso, donde está mi propio infierno.
Y yo creo que mi cielo está donde la gente que quiero. Está en tener salud. En poder trabajar en lo que me gusta. En las cosas simples como prender la radio y está esa que te encanta. Un mensaje inesperado al celular. Un beso en la puerta que promete. Hablar tarde y susurrado al oído, con la luz apagada y reírse bajito. Ver a un hijo contento. Llamar a mi mamá. Sentirme feliz conmigo mismo por querer, por lograr, por soñar. Leer a Cortázar: "Ven, duerme conmigo y no hagamos el amor. Dejemos que el amor nos haga". Eso es el cielo. Con ella.
Mi infierno es mío. Sólo mío. Es interno. Algunas culpas y algunos fantasmas. Deseos no cumplidos. Períodos de quererme poco. Ese miedo a fallar, a fracasar, que a veces me atormenta. No cumplir, faltar, perder. Pero es mío. Y ahí está, medio controlado. Pero a veces, me pasa la cuenta.
¿Es ese el infierno? ¿Hay paraíso? ¿Está todo aquí mismo?
...
Dale Beatriz, muéstrame el camino.
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