Taller
viernes, enero 07, 2005
Y sí. Me metí al taller de verano de la Pía Barros, y estoy happy happy. Si te gusta escribir, si realmente necesitas escribir, es bueno que alguien te entregue herramientas, te diga por donde va la presentación de personajes, el "nudo", el desenlace, las claves del acontecer.
El grupo me pareció bueno, dos bloggers incluidos, la profe, impecable.
Así que, escribo, o renuncio.
Les regalo un cuento de la Pía, para que lo disfruten. Corto, como le gustan a ella.
Pía Barros
Cuento tal vez oído en un bar a las tres de la mañana.
Me dijo que el Emperador, conmovido por su prosa, le regaló diez años más de vida, al cabo de los cuales le concedería una noche para la lectura de lo que hubiese escrito y luego lo decapitaría.
El escritor miró a las estrellas y comprendió que su tiempo era un pestañeo en el universo. Tomó entonces a su hija pequeña y comenzó la tarea.
Al cumplirse el plazo, el Emperador se presentó ante su puerta.
El escritor trajo a la muchacha y le dijo:
-Cuando termines la lectura, la devuelves a su madre y me decapitas.-
Luego, el escritor retiró el manto de seda que cubría el cuerpo de su hija.
El Emperador contempló los hombros, el cuello, las axilas, el pubis y vio que el cuerpo entero de la muchacha estaba escrito en una apretada caligrafía.
Creo haber oído que aquella noche el Emperador amó a la muchacha.
Dicen que la leyó una y otra vez, pero lo asombroso es que a cada giro del amor, los cuentos se entremezclaban y nunca podía leerse la misma historia.
El escritor murió anciano. El Emperador también de viejo y feliz.
Dicen que la muchacha no murió jamás.
A veces va a los bares, y antes de desnudarse, cuenta historias como ésta.
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