¿Qué se puede hacer?

lunes, julio 03, 2006

...Cuando estás un domingo en la noche, de vuelta en la casa, solo y preparando un montaje para un evento que se arma a partir de las 6 de la mañana, cuando te sorprende el timbre y al abrir la puerta vez a tu hijo menor, desconsolado, que te mira desde el fondo y te dice que terminó con la polola y llora cuando siente que lo abrazas fuerte y lo sientes tan cerca, y la pena es como si fuera tuya, y tratas de buscar las palabras precisas que lo ayuden, que lo consuelen, que lo dejen tranquilo, te acuerdas de las veces que lloraste tú mismo porque sentías que tenías el corazón trizado y te tratas de acordar si algo te sirvió, si hubo alguna palabra que te hizo sentir que estaba bien, que estas cosas pasan, e intentas recordar algún consuelo resumido en una frase, y de verdad, no encuentras ninguna, porque cuando tienes 20 años, todo parece tan definitivo, especialmente con las cosas del corazón, porque cuando hay pena, de esas grandes, nada te sirve, nada te consuela, nada te arma de nuevo, lo único que necesitas es nanai. Harto nanai, y un abrazo.
Y eso fue lo que le dí.

Habrán tiempos para hablar,
y mirarse,
y pensar en lo que viene.

Ahora no.
Porque cuando te duele hasta respirar,
lo único que quieres es nanai.

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Créditos

Agradecimientos a mi MacBook, a los Marlboro que fumo, pero menos, la Coca-Cola, el cable, el control remoto, Google, Blogger, Twitter, los libros, la radio, ella, mis hijos, mi ex-psicóloga y muchos otros anónimos colaboradores que han contribuido y soportado mi comunicación precoz. Gracias por estar.

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