Caminando II, III y IV
miércoles, octubre 04, 2006
Ayer volví a la casa. Ya sé, era inútil, todos me dijeron no vayas. Para qué. Pero fui igual, no le dije a nadie y llegué, justo cuando botaban la casita de muñecas, te acuerdas? Las niñas estaban tan contentas. No sé cuántas veces tomamos el té ahí, a la sombra del magnolio, y el aroma del té se mezclaba con las flores. Todos los nietos también jugaron ahí, hasta se transformó en cuartel general de no sé que monstruo japonés. Ya todos crecieron, la casita poco a poco se transformó en ese lugar de cosas viejas, de las que molestan un poco, pero te resistes a botarlas y las dejas arrumbadas por ahí, en un rincón de cachureos. Y la oportunidad de negocio, vende papá, vende, para qué quieres una casa tan grande. Para qué, si vives solo. Y ayer que volví, te busqué en cada rincón, quería mostrarte las flores del magnolio, para que no vieras que de la casa ya no queda casi nada. Para qué quiere salir papá, acá en el departamento tiene todo lo que necesita, todo nuevo. Siempre pensé que me iría primero. ¿Cuantos años que te fuiste? Todo lo que quería está en esa casa, en lo que queda. Cuando me voy me parece verte, despidiéndote, en la reja de la entrada.
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El músico tomó de nuevo el violín, ayer en la mañana. Hace tiempo que no lo hacía. Yo hice rápido el aseo, para no molestarlo. Se encerró en la pieza que él llama el estudio y tocó, harto rato. Tocó con pena, eso sí. O será que a mí me da pena. Me fui a comprar las cosas para el almuerzo, tenía que apurarme, es que a él le gusta almorzar a las doce. Y tengo que poner la mesa completa, aunque siempre almuerza solo. Antes lo venía a ver harta gente, casi todos músicos y después de almuerzo tocaban esas cosas medias lánguidas, aunque algunas eran bonitas. Cuando volví de las compras vi que había un señor abajo de la ventana, escuchando al músico. Me demoré un poco para que no se diera cuenta, justo el patrón terminaba de tocar, y se asomó al balcón. Vi que le hacía una reverencia, como en sus buenos tiempos a su público. Y almorzó tan contento, que hasta me pidió que le diera una copita de vino. Ojalá la alegría le dure.
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Nos dieron una tarea para el cole, la señorita nos pidió puras parejas famosas. Y era difícil porque nos dijo que no quería puras de los monos sino que de la historia, o algo así. Y más encima mi mami nos tuvo que llevar al kiosco porque mi papá no llegó a la casa y no teníamos con quien quedarnos. Y tuvimos que hacer la tarea allá. Pero pasó un señor que nos ayudó con la tarea y hasta nos regaló unos chicles. Claro que sabía puras parejas raras y de monos antiguos pero igual nos ayudó. La señorita nos puso un siete y dijo que estaba toda la tarea bien, menos una pareja que parece que este señor la inventó ahí mismo, pero que no importaba porque como que la señorita se acordaba un poco así que igual nos sacamos la mejor nota del curso.
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