Despedidas
miércoles, septiembre 02, 2009
Recibí un mail.
Pero antes, un poco de historia. Una vez mi psicóloga me preguntaba a qué parte del mundo pertenecía yo, si a los dejados, o a los que dejan. Al segundo grupo, definitivamente, le dije. Me explicó que ninguno es mejor o peor que el otro, sólo son distintos. Y la cosa es que si bien en casi todas mis relaciones he terminado "dejado" también es cierto que más de alguna vez armé, -por allá, bien adentro, a nivel subconsciente-, las condiciones para que esto pasara. Y yo me di cuenta de esto sólo cuando la Jacquie, que así se llama la mejor psicóloga del mundo, logró que esto saliera a la superficie.
Otro poco de historia. Con todas mis ex, salvo una, tengo y mantengo buenas relaciones. Trabajo con la mamá de mis hijos, nos vemos todos los días, normalmente hablo o me encuentro con otras, con las que también me siento cómodo, cerca y en muy buen nivel de confianza, mutuo y recíproco. (Sólo a mí se me juntan 4 en la celebración de mi cumpleaños en el departamento. Y hasta arman una foto, que ni bajo apercibimiento de tortura será publicada).
Y bueno, llegó mail. Y si bien nos estamos despidiendo desde hace tiempo, ahora tiene un sabor distinto. A reconocer, a dar gracias, y también a rayado de cancha. Tantas veces he nombrado a Borges aquí mismo, "Porque si no mueren las almas, está muy bien que en sus despedidas no haya énfasis". Y claro, así son las cosas, cerrar círculos ayuda a sanar. Y si es un proceso conversado, de esos que pasan por aceptar, todo bien. Aceptar que no eras, y aceptar que ella no era. Dejar cosas pendientes, amarras sueltas, palabras no dichas y besos guardados es lo peor. Lo pendiente no te deja tranquilo, y al final te pasa la cuenta. O es la culpa o es la pena. Y fui tan, tan profundamente feliz y tantas veces, que no tengo espacio para culpas ni para penas. Tal vez cueste entender esto. Pero, ¿quién puede entender algo de dos? Es mi mundo. Y el de ella. Y años juntos. Incluyendo recreos y reconciliaciones. Lo lindo es que somos capaces de compartir historias y momentos, y también reconocernos. ¿Cómo podrías negar a alguien?
Lo primero que escribí de ella fue "Dónde estabas", el mismo día que la conocí, jugando, para que nadie se diera cuenta, con las letras de su nombre en el inicio de cada frase. Lo último fue hace poco, "Para leer hoy, a las 9 de la noche", y todo el resto está por ahí, perdido entre miles de líneas, en las que también yo andaba un poco perdido.
Dejar ir. Dejar ir. Y que el universo se acomode.
¿Ya dije que ahora tiene un sabor distinto?
¿A qué sabe lo definitivo?
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