20 años de los blogs: la visión de cinco pioneros chilenos

El diario La Tercera publicó una nota sobre los 20 años de los blogs. Aparecen Paloma Baytelman, María Pastora Sandoval, Francisca Solar, Leo Prieto y este blogger. El artículo es de Chistopher Holloway.



Polémicos, revolucionarios o adictivos. Estas bitácoras cambiaron la forma en que se consume y genera contenido. A dos décadas de sus primeros pasos, conversamos con cinco exponentes del fenómeno en Chile sobre cómo han vivido la evolución de la herramienta.

En enero de 1994 Justin Hall, un estudiante del Swarthmore College, en Pensilvania, EE.UU., comenzó un sitio de internet llamado Justin’s Links from the Underground, donde mostraba enlaces que le parecían interesantes, compartía pequeñas reflexiones y, poco a poco, relataba lo que pasaba día a día en su vida. Se estaba convirtiendo sin saberlo en uno de los primeros blogueros del mundo, mucho antes siquiera de que el término blog se acuñara y de que la plataforma se expandiera como un virus, cambiando para siempre la forma en que se entendía y utilizaba internet.

Al mismo tiempo, surgían en todo el mundo sitios de características similares: por ejemplo, Jeff Greenwald recorría el planeta por tierra y mar, contando periódicamente en Global Network Navigator lo que encontraba en sus aventuras e inventando, de paso, los blogs de viaje. Sin embargo, no fue sino hasta 1997 que Jorn Barger, experto autodidacta de programación y autor del sitio Robot Wisdom, usó por primera vez el término “weblog” para referirse al proceso de ir “registrando” en la web. Pasarían otros dos años para que el programador Peter Merholz dividiera -un poco en broma- la palabra para transformarla en “we blog” (nosotros blogueamos), dándole nombre a un fenómeno que para 2000 ya veía nacer a legendarios exponentes como Huffington Post y Boing Boing. Ya en 2006 la red sumaba 50 millones de blogs, cifra que se triplicó en 2010, lo que definió un contexto en que tener un blog es tan natural que imaginarse el mundo antes de ellos se va volviendo cada vez más difícil.

Fue justamente por 2004 que Chile vio aparecer a sus primeros blogueros y si bien no hay un consenso claro respecto a quién fue el original, sí se puede reconocer a un grupo que poco a poco fue tomando la responsabilidad de difundir el formato en el país. Incluso ahora siguen adelante con sus bitácoras, ya sea en su formato de antaño o con proyectos enteramente nuevos.

Aquí conversamos con cinco de los pioneros de los blogs en el país sobre los cambios que han visto en la plataforma en los últimos años.

Roberto Arancibia
El 21 de abril de 2003, Roberto Arancibia publicaba la primera entrada en su blog “El Mundo sigue ahí”, a partir de una reflexión de Rilke: “Si usted puede vivir sin escribir, no escriba”.

Desde entonces, su historia ha estado ligada al crecimiento de esta plataforma al ayudar a los primeros blogueros con consejos y charlas, y participando de la comunidad y en su propio blog. “Cuando descubrí los blogs, me enamoré del formato, de la posibilidad de escribir lo que quisiera, cuando quisiera y como quisiera, sin editor ni jefe ni obligaciones comerciales. Quería contarle al mundo lo que quería. El blog me permitió eso y mucho más”, dice. Con los años, el formato le permitió armar una activa comunidad de seguidores: “Gané premios y el blog me hizo conocido en los ambientes digitales. Y en esas curvas de autopistas virtuales conocí a la mujer que me cambió la vida, ¿cómo no voy a estar agradecido de los blogs?”.

Explica que la noche anterior a crear el blog había visto Memento, película donde el protagonista sólo recuerda los últimos 15 minutos. “Una frase, casi al final, me marcó: ‘Tengo que creer en un mundo que existe fuera de mi cabeza. Creer que mis actos tienen algún significado... aunque no los recuerde’. Quedé para adentro y al otro día tenía el blog”.

* ¿Aún blogueas de forma regular? Aún lo hago, pero menos. Me la gana Twitter, porque todo lo que toca lo convierte en algo interactivo. Me seduce su inmediatez y la sensibilidad de la gente para conmoverse por algo.

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