Hablando de tristezas
miércoles, junio 14, 2006
No estoy triste.
Todo lo contrario. Vivo un momento hermoso, y trato de aprovecharlo al máximo.
Pero he estado triste, como muchos, muchas veces.
Los mejores posts de varios de los bloggers que leo han sido desde lo profundo de sus tristezas, cuando el corazón es el que escribe. Los mejores libros que me han conmovido han sido escritos desde almas atormentadas. No sé si la creatividad tiene relación con las tristezas, pero sí creo que un corazón trizado tiene mucho que decir.
La tristeza es la que nos hace darnos vuelta hacia adentro. La que nos hace preguntarnos qué anda mal, cuál es el sentido de las cosas, y es la que nos obliga a pensar, y a sentir, porque algo duele.
He sido feliz muchas veces. Y también lo he pasado fatal. No intentaré olvidar lo que es imposible borrar. Voy a recordar siempre los buenos momentos que he tenido, que han sido muchos. He ido aprendiendo a disfrutar de las alegrías, y a tenerle paciencia a las tristezas.
Recordé que he llorado leyendo, viendo tele, en el cine, hablando, recordando y simplemente viviendo. Alguna vez lloré haciendo el amor. Una vez escribí un post sobre las escenas más tristes del cine. Un día escribiré de los libros, o de los blogs más tristes del mundo.
No sé qué pasará con los teclados, que son el lápiz y la pluma de estos tiempos modernos, y que también han recibido sus buenas lágrimas. Al menos el mío. Por eso no lo vendo ni lo cambio. Mi ADN se ha mezclado con los chips.
Y tal vez escriba más mal ahora, que ando contento, y enamorado. Y también encantado con el orden del universo, que se ha confabulado para que todo resulte. Es verdad, tal vez escriba más mal ahora. Pero les prometo que se siente bien.
Esta es la idea central de la columna que escribí para el suplemento cultural Laberinto, del diario Milenio, de México.
Si quieren leerla completa, click en la imagen.
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