Inocentes

lunes, julio 31, 2006

Image He escrito en este blog varias veces sobre esas noticias que nos han impactado. Los sucesos de las torres gemelas, los atentados a los trenes españoles en Atocha, los bombazos de Londres, ataques terroristas en Bali, el tsunami en Indonesia, los niños soldados muertos en Antuco.

Y claro, cuesta escribir de muerte, de dolor, de grandes pérdidas, especialmente cuando estos son ajenos, lejanos, y nos tocan sólo a través de la tele, los diarios o internet.

Y todo lo que está pasando en las ciudades libanesas es terrible. No voy a hablar aquí de los porqué, ni de los motivos, ni de las causas o consecuencias, para eso están los analistas, los estrategas, los grandes entendidos en política internacional.

Pero aviones disparan misiles sobre estas ciudades, y anoche, a la una de la mañana, destruyeron un pequeño edificio con el sótano lleno de gente que huía de los ataques. Son 56 muertos, y 34 de ellos son niños. 34 niños. Uf. Van 19 días de ataques. Casi 500 muertos. Casi todos civiles. Y los de acá dicen que desde esas colinas los atacan con cohetes, los de allá dicen que no, pero los cohetes son muchos, y también caen sobre blancos civiles, y en las Naciones Unidas preparan declaraciones, y Bush le dice a los que disparan que tengan más cuidado y todos hablan y hablan, y preparan reservistas y se bombardean puertos, aeropuertos, y los generales planifican, y se negocian fechas y se habla y se habla, pero hay niños muertos.

Los niños no tienen color, no tienen bandos, no saben de política, ni de fronteras, ni de reuniones de alto nivel.

Aquí la tele se llena de avisos para celebrar el Día del Niño. Allá, hay dolor. Qué se le puede decir a una mamá, a un papá, que busca a su hijo entre escombros y ya ni siquiera llora, porque hasta el corazón se le ha secado. Qué se le puede regalar a un niño chileno, a un argentino, un mexicano, tan lejos de esos conflictos, pero a la vez tan cerca de sus niños hermanos de infancia en el Medio Oriente, sean de donde sean.

Lejos, cerca, da lo mismo, son niños.

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Créditos

Agradecimientos a mi MacBook, a los Marlboro que fumo, pero menos, la Coca-Cola, el cable, el control remoto, Google, Blogger, Twitter, los libros, la radio, ella, mis hijos, mi ex-psicóloga y muchos otros anónimos colaboradores que han contribuido y soportado mi comunicación precoz. Gracias por estar.

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