Letting go
sábado, agosto 25, 2007
Chac, abro los ojos, estoy tapado, acurrucado entre sábanas y almohadas. Mi mano la busca, no está.
Me levanto, hace frío, la llamo. Mi voz se escucha extraña en el departamento vacío, ya no hay música, ni velas, ni estufa, dejó todo apagado. No está. Se fue.
Me sirvo lo que queda de Late Harvest, vuelvo a poner a Sade que me canta Smooth Operator, track 3 del Lovers Live, y pienso en todo lo que ha pasado.
Vino a despedirse, pienso de repente. Eso es. A despedirse.
Y estuvo bien. Yo la invité. Y preparé todo. Ya lo dije, estuvo bien.
Me encantó escucharla. Y atenderla, mimarla, mirarla. Son sus ojos. Su mirada. Su luz.
"Porque si no mueren las almas, está muy bien que en sus despedidas no haya énfasis". Y eso lo dijo Borges, nada menos. Y dejar ir, aceptar que no eras, o que no era ella, es sano. Cerrar círculos ayuda a sanar. Dejar cosas pendientes, amarras sueltas, palabras no dichas y besos guardados es lo peor. Lo pendiente no te deja tranquilo, y al final te pasa la cuenta. O es la culpa o es la pena.
Y si vino a despedirse está bien. Letting go me dice la Sade, casi al oído. El mundo vuelve a acomodarse. Dejar ir. Dejar ir. Y a seguir caminando, y aprendiendo, que a eso vinimos.
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